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Ayudar a corregir la Dislexia


La dislexia no se supera nunca. Se padece durante toda la vida, pero sí existen algunos mecanismos para, al menos, corregirla y conseguir que los disléxicos sean capaces de leer un texto, escribirlo y comprenderlo. La terapia de aprendizaje puede durar de dos a tres años y comienza con el diagnóstico del problema. Para ello, indican Mireia Golobardes y Elisenda Jardí, hay que descartar:

• Un coeficiente intelectual normal (igual o superior a 85).

• Defectos de visión y audición.

• Discapacidades neurológicas o físicas graves.

• Oportunidades adecuadas para aprender.

• Nivel de lectura inferior al de otras áreas relevantes.

Si se cumplen estas condiciones, es probable que el niño no sea disléxico, es decir, si su coeficiente intelectual es normal o tiene defectos en la visión o audición, puede ser que ahí resida la causa por la que le cuesta más aprender. Lo mismo ocurre si tiene una lesión cerebral o física, si no cuenta con las condiciones idóneas para aprender o si su nivel de lectura no es bueno pero sí el que presenta en otras materias, ya que a un niño disléxico le cuesta aprender todas las materias en general.

El director del Centro de Atención a la Diversidad, José Ramón Gamo, con amplia experiencia en el tratamiento de personas con dislexia, explica que el tratamiento tiene como objetivo corregir la dificultad a la hora de leer. "Se consigue reeducar al paciente en la dislexia enseñándole rutas de lectura que sean eficaces para entender lo que se lee. Si tenemos una dislexia de tipo auditivo, en la que el niño no escucha mal sino que no reconoce los sonidos de las letras, se interviene en la conciencia fonológica, en la capacidad que tenemos de identificar los elementos de una oración. Luego, se le enseña a identificar las sílabas que constituyen una palabra e identificar los componentes de sonido de cada palabra, a deletrear", describe.

El siguiente paso consiste en enseñar "rutas para leer las distintas palabras" mediante el reconocimiento ortográfico. "Fundamentalmente, se da al paciente mucho volumen de vocabulario visual, para que el niño tenga esos patrones de ortografía almacenados. Luego se trabaja la mecánica lectora, que incluye un ritmo adecuado o una correcta entonación, fundamentales para la comprensión lectora. En paralelo, se va aumentando el volumen de vocabulario escrito, ya que el oral es adecuado para que aprendan a identificar las palabras cuando las ven escritas y se entrena la adquisición de este vocabulario para que no lo pierdan".
Por último, cuando el niño sabe reconocer los sonidos y la ortografía de las palabras se trabaja la parte escrita y se le ayuda a emplear frases cada vez más complejas y bien estructuradas para el desarrollo un discurso, ya sea un texto narrativo o sintetizado. "En los colegios, solicitamos siempre que el examen sea escrito, como el del resto de compañeros, y que luego se confirme con un examen oral. Esto les ayuda porque a veces confunden la pregunta a la que están contestando, porque no entienden el enunciado, y cuando tienen que expresar las ideas de lo que han aprendido en un tiempo escrito y con tiempo limitado, el estrés para ellos es mayor, no organizan o desarrollan las ideas y los textos parecen incompletos. Por eso siempre se recomienda hacer un contraste para saber si el contenido está incompleto o es que no se ha entendido", indica José Ramón Gamo.

Por su parte, desde Disfam se apuesta por ser respetuoso con todo tipo de alumnado y basar el aprendizaje en un método multisensorial, donde todos los sentidos entren en juego y el aprendizaje sea vivencial, cercano, significativo&. "Este tipo de aprendizaje no es tan sólo realmente efectivo con alumnos con dislexia, sino que la metodología multisensorial será beneficiosa para el resto del aula, consiguiendo un mejor nivel en relación con otros tipos de aprendizaje", aseguran.

Esta teoría se basa en el hecho de que las personas recuerdan:

• 10% de lo que leen.

• 20% de lo que oyen.

• 30% de lo que ven.

• 50% de lo que oyen y ven.

• 70% de lo que dicen y escriben.

• 90% de lo que hacen.

"Por ello, para muchos la enseñanza puede ser facilitada con gráficos, diagramas, mapas mentales, computadoras, video u otros tipos de ayudas visuales. Otros alumnos, en cambio, tienen que tener las ideas prácticamente en sus manos. Para ellos, los instrumentos manipulativos hacen que sea posible y más fácil aprender asuntos abstractos como el contenido de las matemáticas", agregan en Disfam, donde hacen hincapié en que el niño con dislexia necesita asociar forma y sonido, por lo que les resulta muy útil buscar refuerzos visuales o auditivos para trabajar el vocabulario, como aprender los días de la semana con cartulinas de diferentes colores o enseñar a dibujar los números con plastilina. "De lo contrario, si no se trata la dislexia, a la larga pueden presentarse problemas académicos considerables", concluyen Golobardes y Jardí.

 
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