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El papel de la familia en la formación del hábito lector





"EL LECTOR NO NACE, SE HACE Y ES LA FAMILIA LA RESPONSABLE DE CREARLO".


La familia es el agente socializador que más influye en el crecimiento de las personas. Es primero en la familia y luego en la escuela donde los niños y las niñas aprenden las capacidades de saber, saber hacer y ser.

Siendo el hábito lector un hábito social, es fácil concluir que no es innato sino aprendido y que es la familia la institución responsable de inculcarlo, puesto que es en casa donde los niños tienen sus primeros encuentros con la palabra escrita.

Los niños y niñas empiezan a leer a través de la voz de sus padres. Por eso estos deben tener en cuenta que cuando les leen cuentos, les narran anécdotas o experiencias, o, simplemente leen en voz alta las instrucciones de armado de un mueble junto con ellos, están haciendo mucho más: están formando un triángulo afectivo niño-adulto-palabra que se queda grabado en la mente del menor para siempre.

Consejos para crear y criar lectores
  • No obligar a leer. Como afirma Daniel Pennac, en su ensayo Como una novela, "el verbo leer no tolera el imperativo".
  • El logro no es que el niño lea, sino que quiera leer. Regalar libros.
  • Darle a los libros la categoría de regalo especial hace que los niños los identifiquen como algo valioso e importante.
  • Crear su propia biblioteca.
  • Contar con su colección de libros y su propio espacio para colocarlos, hará que leer sea fácil y accesible.
  • Enseñarle la utilidad de la lectura. Una buena forma es buscando, junto con ellos, las respuestas a sus dudas en los libros.
  • Leerles cuentos antes de dormir.
Despierta su interés por las historias, además de favorecer la reflexión y el desarrollo de habilidades lingüísticas. Predicar con el ejemplo. Que nos vean leer y disfrutar con la lectura: reír y llorar con un libro abierto. Esta es, de todas, la mejor y más infalible de las fórmulas para crear y criar lectores.

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Cómo ayudar a nuestros hijos a aprender a leer



Leer en voz alta es una de las mejores maneras para ayudar a tu hijo a aprender a leer. Además, ¡puede ser muy divertido!
Cuanta más emoción muestres mientras lees, ¡más lo disfrutará! Lo más importante es que él marque su propio ritmo y se divierta mientras aprende a leer.





Sigue los siguientes consejos cuando leas a tu hijo:

.Haz correr el dedo a lo largo de las palabras a medida que las vas leyendo para enseñar a tu hijo que las palabras que señalas son las que explican la historia.

.Haz sonidos de animales y voces divertidas, ¡sin vergüenza! Así ayudarás al niño a que se entusiasme con la historia.

.Detente en las imágenes y pregúntale a tu hijo que describa qué ve. Háblale sobre cómo las imágenes relatan la historia.

.Invítalo a participar en cualquier frase que se vaya repitiendo a lo largo del cuento.

.Enséñale como los acontecimientos que tienen lugar en el libro pueden ser similares a los que vive en el día a día.

.Si el niño hace una pregunta, para de leer y respóndele. El libro puede ayudarle a expresar pensamientos y solucionar problemas propios.

.Sigue leyendo a tu hijo incluso después de que haya aprendido a leer. Un niño puede escuchar y entender historias más complicadas que si las lee por sí mismo.

Leer en voz alta

Una vez el niño empiece a leer por su cuenta, hazle leer en voz alta. Esto le ayudará a coger confianza en su habilidad y disfrutar en el aprendizaje de nuevas técnicas de lectura. Haz turnos con tu hijo para que vaya aprendiendo habilidades más avanzadas de lectura.

Si el niño pide ayuda con una palabra, explícale rápidamente el significado para que no pierda el hilo de la historia. No le fuerces a decir una palabra si tropieza, a menos que él mismo insista en hacerlo.

Si sustituye una palabra por otra mientras está leyendo, observa si tiene sentido. Si por ejemplo utiliza la palabra “perrito” en vez de “cachorro”, el resultado es el mismo, no te pares para corregirle. Si por el contrario utiliza una palabra que no tiene sentido, por ejemplo “bruja” por “burbuja”, pídele que lea otra vez la frase porque no estás seguro de haber entendido bien lo que ha leído. Reconoce los límites de energía de tu hijo, parad en cada sesión ante cualquier señal de fatiga, cansancio o frustración.

Sobre todo, ¡asegúrate de felicitarlo por los progresos! ¡Tú eres su primer profesor y el más importante de todos! La alabanza y el apoyo que le das mientras él aprende a leer le ayudarán aún más a disfrutar de la lectura y del aprendizaje.

Aprender a leer en la escuela

Una vez que tu hijo empiece la escuela primaria, comenzará la educación formal en la lectura. Hay muchas maneras de enseñar a los niños a leer en la escuela:
  • Enfatizando el reconocimiento de la palabra haciendo entender a los alumnos su significado global en el contexto.

  • Aprendiendo qué sonidos representa cada letra (fonética); eso les ayuda a “decodificar” o pronunciar las palabras.

  • Prestando atención a las conexiones entre lo hablado y lo escrito.



Muchos profesores utilizan una combinación de métodos para enseñar a sus alumnos a leer. Se trata de una habilidad importante para los niños en su aprendizaje. Muchos aprenden a leer sin ningún problema, pero forzar a un niño a leer antes de tiempo o cuando presenta problemas puede ser contraproducente. Se recomienda leer conjuntamente y jugando a juegos para hacerlo de forma más divertida.

Los padres deben involucrarse en el aprendizaje de sus hijos. Fomentar la pasión de un niño por el aprendizaje irá acompañado de una mayor probabilidad de éxito escolar.

Consejos para la lectura

Estos son algunos consejos a tener en cuenta mientras tu hijo aprende a leer:

  • Dedícale un tiempo cada día. A muchos niños les encanta que les cuenten un cuento antes de acostarse. Además esta es una buena manera de relajar al niño después de un día de mucha actividad.

  • Deja libros en la habitación del niño para que pueda disfrutarlos cuando quiera. Asegúrate de que la habitación cuenta con las mejores condiciones para una buena lectura: una cama, un sofá o una silla confortable, unas estanterías para los libros y luz adecuada.

  • Lee los libros que el niño disfruta más. Al cabo de un tiempo seguro que se sabe las frases de memoria. Deja que vaya relatando él mismo el cuento.





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¿Cuidas o sobreproteges?



Seguramente habréis oído hablar de padres y madres helicóptero, los que sobrevuelan a sus hijos; tigre, los que los defienden ante su adversario; agenda, actúan como secretarios; apisonadora, aquellos que le allanan el terreno para evitar obstáculos; o guardaespaldas, siempre detrás para evitarles cualquier peligro o amenaza. Y ahora, lanzo una pregunta: ¿te sientes identificado con alguno de estos tipos?

Vivimos en una sociedad incierta donde la competitividad y el afán de perfeccionismo están cada vez más a la orden. Existen peligros (que son reales) y el deseo de ayudar de los padres no es malintencionado, pero como menciona Elena

“proteger no es solo amparar; es sobre todo enseñarles a defenderse”.


Es fundamental que eduquemos a nuestros pequeños ante las adversidades, que les proporcionemos las herramientas necesarias para hacer frente a la realidad y quizá ahí entre en juego el papel de las emociones. Un aspecto que, aunque cada vez va tomando más fuerza, aún permanece en segundo plano. Catherine L’Écuyer menciona en su libro Educar en el asombro –que por cierto recomiendo su lectura- que

“hay que enseñar a los niños a vivir de cara a la realidad, y para ello hay dos facetas claves: la autoestima, pero también la humildad”.


María Montessori decía que el niño es el protagonista de su educación. El principal cuidador actúa como intermediario entre el niño y la realidad, como base de explotación. Si la relación con el cuidador es segura, el niño irá cada vez más lejos a explorar. “La calidad no se mide por el número de estímulos que le damos al niño. Solo con estar, estableciendo un vínculo con el niño […] ya es suficiente”.
Además, la pedagoga Nora Rodríguez afirma que

“cuidar de los hijos, atender sus necesidades y estar atentos a lo que les pasa o a quiénes son sus amigos no es sobreprotegerlos. Impedirles experiencias propias de su edad, sí”.


Quizá el miedo, la inseguridad, la falta de confianza o cómo hayamos sido educados nosotros mismos, hace que eduquemos a los niños privándoles de autonomía. Resulta difícil no acudir ante un llanto, dejar que ayuden en la cocina, dejarles que tomen sus propias decisiones ante varias alternativas… Pero, ¿por qué? Pues por el exceso de información negativa en los medios “y ante eso, se tiende a educarlos aislados y controlados en casa, frente al ordenador”, con la tablet o vídeos en el móvil de los padres mientras estos cenan en un restaurante: “Siéntate aquí y no te vayas que te voy a poner un vídeo de dibujos animados, ¿vale?”. Y así los padres cenan tranquilos porque su niño o niña está al lado, tomando una “sobredosis de estímulos”.
En una entrevista a Juan Antonio Bayona, director de películas como El orfanato y Lo imposible, o Un monstruo viene a verme, le preguntaron por los traumas que había sufrido de niño para meternos en estas tragedias (haciendo referencia a sus películas). La respuesta fue: “tuve una infancia muy normal. Fui parte de esa generación superprotegida: la primera de la democracia. Quizá por eso pienso
que es muy duro el trance de hacerse mayor, porque los cambios que acaban con esa plácida rutina se viven de una manera muy intensa”. Quizá Juan Antonio se dio cuenta de que su percepción no coincidía con la realidad. Entonces, ¿cómo tenemos que actuar? Los expertos aconsejan que evitemos el “tendrías que haber hecho esto o aquello” y los sustituyamos por recursos o consejos. Los niños aprenden a partir de la experiencia y, por eso, tenemos que dejar que se equivoquen, porque del error se aprende. Rodríguez afirma que los padres tienen que ser conscientes de que los hijos tienen una existencia propia, original y personal.

“Cuidar es dejar crecer, aceptar los cambios; es un acto de comprensión del otro”.


Además, comenta que una sobreprotección convierte una relación favorecedora en otra de menor calidad. Ahora, ¿cuidas o sobreproteges?

Fuentes:
Catherine L´Ecuyer (2012), Educar en el asombro.
Nora Rodríguez, Neuroeducación para padres.
Revista XLSemanal 1508. Entrevista a Juan Antonio Bayona

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Que hacer para corregir y ayudar a niños desobedientes




La desobediencia muchas veces es parte del proceso de crecimiento de los niños, que pasan por fases en que desafían y experimentan. Algunas veces, estos conflictos son demasiado frecuentes y generan problemas en la relación entre padres e hijos. Es entonces cuando hay que consultar al psicólogo, y la terapia suele ser conveniente antes de que las relaciones entre padres e hijos degeneren.

La desobediencia se puede deber a muy diferentes causas: estrés escolar, conflictos entre los padres, divorcio, celos, dificultades en habilidades sociales, problemas con el profesor, retraso del lenguaje, trastornos del sueño, TDAH, hiperactividad, problemas de lectoescritura; incluso a respuestas irracionales del niño.

Los motivos pueden ser múltiples y a veces difíciles de ver por parte de los que rodean al niño. Pero si este estado se prolonga en el tiempo, los niños se pueden sentir infelices con ellos mismos, reducir su autoestima y bajar notablemente su rendimiento académico.

Es importante valorar dónde y a quién desobedece el niño, porque muchas veces esto es un claro indicador para ver los conflictos y poder darles solución de manera más eficaz. Por ejemplo, hay niños que en casa mantienen una actitud desafiante y desobedecen continuamente a los padres, pero cuando van al colegio respetan y obedecen sin problemas.

1.- Identificar a un niño desobediente es el primer paso para solucionar el problema, además es importante detectar cuando esta actitud puede suponer un problema a la larga es el primer paso para corregir a un pequeño que no obedece.

2.- Poner normas que sean claras a aquellos niños desobedientes, además de dejar también muy claro las consecuencias de ese comportamiento.

3.- Establecer límites de esta forma fijas una barrera entre lo que se debe hacer y lo que no.

4.- Motivar al niño desobediente, frente a estos comportamientos es fundamental mostrar actitudes colaborativas y motivadoras. Darán mejor resultado que conductas agresivas.

5.-Dejar que se tranquilice, si están con un berrinche es mejor esperar a que pase este momento y no entrar en una conformación directa.

6.-No intentar razonar cuando desobedece, es una estrategia para confundirnos y salirse con la suya.

7.-No caer en sus provocaciones, y en su La intención del niño desobediente es distraernos en intentar crear nuevos conflictos.

8.-Intentar no perder los nervios frente a los desafío. Una buena técnica es colocarse a la altura del niño, para que haya un contacto visual directo.

9.-Recurrir a las rutinas, tener un horario estable es esencial para corregir a un niño desobediente.

10.-Premiar los buenos comportamientos, los refuerzos positivos motivan a los niños desobedientes y son fundamentales para que el niño repita comportamientos deseados.

 
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