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LA AMISTAD |
La amistad, es una de las relaciones humanas más bonita. Aparece en cualquier etapa cronológica de la vida; la edad no es lo más importante cuando se trata de formar amigos, y no solo la edad no es relevante, sino que esta relación se da entre personas de pensamientos y pasados muy diferentes.
La amistad es un sentimiento de amor por otra persona. Uno ama a su amigo, por el cual estaría dispuesto a sacrificar la vida si fuera necesario. Existe un dicho que define muy bien lo que es la amistad, “al amigo se le llama para contarle una buena nueva, pero aparece de sorpresa cuando la desgracia nos ronda”. Esta frase define muy bien lo que es la amistad.
Dentro de cualquier relación de amistad, surgen diversos comportamientos hacia la otra persona. Muchas veces el amigo es el "paño de lágrimas" frente a una pena del otro. También existe respeto, simpatía, cariño, compañerismo, tolerancia, afinidad de pensamientos, y normalmente, se tiene la misma escala de valores. La mistad no surge de un sentimiento de egoísmo o aprovechamiento, eso no es amistad sino simplemente interés.
La amistad es una relación que hay trabajar. No basta con señalar que uno es amigo de otra persona. Con ello no ocurre nada. La amistad es todo lo contrario, es dedicarse a esa otra persona, destinarle tiempo, para saber de ella, como está, cuales son sus sueños y aspiraciones. Es preocupación y compromiso frente a sus necesidades. Es saber escuchar y no querer ser escuchado.
La amistad no se fabrica ni se fuerza, se da de manera gratuita pero, hay que cultivarla.
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LA TOLERANCIA. (Educar en valores) |
La tolerancia es la capacidad de conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de pensar y de vivir.
Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas, estaremos respetando a los demás.
No es preciso compartir una opinión para ser capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar de ponerse en el lugar de los demás.
Desde cada perspectiva, las cosas se perciben de una manera distinta. Por eso, analizar en grupo una situación, escuchando la opinión de cada miembro del mismo, nos permite valorarla mejor.
Compartir las diferencias nos enriquece. Algunas veces, a lo largo de la historia se pueden ver ejemplos de personas cuyas formas de actuar nacen precisamente de la falta de respeto hacia los demás. Dejar pasar actitudes desconsideradas e injustas es una manera indirecta de no respetar a quien las sufre. Por eso, ser tolerante es también definirse, dar un paso al frente, hacer una opción por la justicia y la paz.
Ser tolerante es lo mismo que ser respetuoso, indulgente y considerado con los demás. Es una cualidad personal que se define como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás, aunque sean diferentes o contrarias a las nuestras. Ser tolerante es ser condescendientes y permisivo con alguien a causa de las circunstancias que medien, es no impedir que haga lo que éste desee, es aceptar y admitir la diferencia o la diversidad. Para que los niños establezcan buenas relaciones con sus semejantes, es necesario que aprenda a ser tolerante desde muy pequeño.
Aprender a ser tolerante
La tolerancia juega un papel muy importante en las relaciones de los niños con sus iguales y con su familia. Es importante que ellos escuchen las ideas y las opiniones de sus amiguitos, que acepten sus criterios aunque sean distintos a los suyos, y que consigan ponerse de acuerdo con sus compañeros durante un juego, en alguna actividad o en un aula. La tolerancia les ayuda a que tengan una buena integración a un grupo o equipo. El niño no nace tolerante. Su conducta natural es que todo sea para sí, y que todos estén de acuerdo con él, por lo que es indispensable que el proceso de aprendizaje acerca de la tolerancia, empiece desde bien temprano.
El niño puede aprender a ser tolerante:
- Cuando sus padres también lo sean
- A través de cuentos e historias
- Por las actividades que desarrolla
- A través de los juegos
- Al convivir con los demás niños
- Aprendiendo a respetar las diferencias
- Conociendo diferentes culturas
- A través de los viajes en familia
- Conociendo los beneficios de la conciliación, de la paz
- Compartiendo, sin pelear
- Aprendiendo a no burlarse de los demás
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LA HONESTIDAD |
La honestidad es un valor indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de armonía y de confianza, pues se garantiza seguridad y credibilidad entre las personas que pertenecen a un mismo grupo social (trabajo, estudio, familia, etc.). Es una forma de vivir conforme a lo que se piensa respetando y siendo justo con los demás.
Cuando se está entre personas honestas cualquier proyecto humano se puede realizar y la confianza colectiva se transforma en una fuerza de gran valor.
Una persona honesta es aquella que es sincera y congruente con lo que piensa, siente y hace, sin hacerle daño al prójimo. Una persona que no engaña, no miente, es fiable, evita las murmuraciones y críticas destructivas y tiene especial cuidado en el manejo de bienes económicos y materiales.
- Honestidad significa que no hay contradicciones entre nuestros pensamientos, palabras o acciones.
- Somos honestos cuando no nos engañamos ni engañamos a nuestros semejantes.
- Si queremos ser honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscar la manera de superarlos, corrigiendo cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.
- Dicen que Diógenes, filósofo griego. Caminaba por la ciudad de Atenas a la luz llevando una lámpara encendida y afirmando que buscaba un hombre honesto.
- La persona honesta vive lo que predica y habla lo que piensa, es coherente con lo que dice, hace y piensa.
- La honestidad consiste en decir toda la verdad a quien corresponde, de modo oportuno y en el lugar correspondiente. Decir la verdad no implica ser irrespetuoso con nadie.
- Ser honesto es cumplir con los compromisos que he asumido ante los demás y respetar mis obligaciones contraídas, aunque parezcan pequeñas.
- Ser honesto exige respete a los demás y no sólo exigirlo para uno mismo.
- Ser honesto exige ir siempre con la verdad, sin exageraciones, sin temor a las dificultades que esa verdad pueda traer.
- Sin duda también la persona honesta se conocerá por cómo es en cuanto al manejo del dinero, sobre todo si es alguien a quien se le ha confiado determinada administración.
- La persona honesta vive lo que predica y habla lo que piensa no cambiando de parecer o de convicciones de acuerdo a determinados intereses o conveniencias.
- También se conocerá una persona honesta a partir de cómo habla de los demás, cómo se refiere a ellos, si es justa en sus apreciaciones, prudente…
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EL RESPETO |
El Respeto es una de las bases sobre la cual se sustenta la ética y la moral en cualquier campo y en cualquier época. Tratar de explicar que es respeto, es por demás difícil, pero podemos ver donde se encuentra.
El respeto es aceptar y comprender tal y como son los demás, aceptar y comprender su forma de pensar aunque no sea igual que la nuestra, aunque según nosotros esta equivocado, pero quien puede asegurarlo por que para nosotros; esta bien los que están de acuerdo con nosotros, sino lo están; creemos que ellos están mal, en su forma de pensar, pero quien asegura que nosotros somos los portadores de la verdad, hay que aprender a Respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás.
Pero no solo a las personas se les debe el respeto más profundo sino todo aquello que nos rodea, a las plantas y animales, a la pequeña hormiga y la gran ballena, a los ríos, lagos y mares. Todo como parte de la creación se lo merece.
Es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al ignorante, es por pequeña o grande que sea, física, moral o intelectualmente situarla en el mismo lugar de comprensión y comprender su forma de ser pues se comprende que ese ser humano se merece toda tu atención, no importando su condición.
Podemos fortalecer el respeto
Aprende a escuchar.
Miremos con respeto a todas las personas que se cruzan en nuestro camino detengámonos unos segundos para saludarlas, mirémoslas a los ojos y deseémosle un buen día, o simplemente démosle las gracias con sentimiento. Deseémosle lo mejor desde el corazón.
Tomemos la decisión de aprender.
El que cree que ya lo sabe todo está estancado. El mundo cambia continuamente y nosotros con él, y cada persona o situación que se presentan en nuestra vida son oportunidades para aprender y crecer.
Colócate en los zapatos del otro.
Nadie hace cosas por fastidiar al otro; tú no sabes la situación difícil que otros pueden estar viviendo. De vez en cuando es necesario que trates de pensar y sentir como lo está haciendo la otra persona; es decir, desde su punto de vista. Extender nuestra comprensión hacia los demás, implica volvernos más compasivos.
No seas intransigente.
Que alguien tenga un defecto, que diga o haga cosas improcedentes no lo condena como persona, siempre podemos recapacitar o cambiar nuestra actitud o comportamiento. Por lo tanto, no rechaces, discrimines o maltrates a otros porque no hacen lo que tú deseas o esperas, ten más paciencia y comprensión.
Nadie es más ni menos que tú.
Sólo somos diferentes en lo personal. Llegamos a este mundo con limitaciones y condiciones más o menos difíciles para superar, resolver y de las cuales aprender, en eso radica todo. Acepta a los demás con sus defectos y cualidades sin juzgarlos con ligereza.
Enseña a tus hijos con el ejemplo.
Recuerda que es durante nuestra primera infancia, cuando comenzamos a incorporar los valores esenciales. En el proceso de enseñar a tu hijo como vivir, tu ejemplo es determinante. Eres tú quien enseña a tus hijos a través del respeto hacia ellos, de qué manera ellos te respetarán a ti y a otros. La próxima vez que vayas a entrar a su cuarto, toca la puerta antes de hacerlo; de esa manera, él tocará a tu puerta antes de entrar.
Cuando vivimos con respeto hacia los demás, nos volvemos más tolerantes, pacientes, comprensivos, cumplidores y responsables de nuestra participación en el mundo, y cuando nos volvemos respetuosos de nosotros mismos, establecemos límites con seguridad, nos valoramos más y confiamos en nuestra capacidad.
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LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN |
Se entiende por valores los ideales internos que mueven a la persona a actuar en función de sus prioridades en la vida.
La centros de enseñanza no pueden reducirse a una buena formación académica, sino que es imprescindible el desarrollo de valores que consigan antes que nada que los alumnos sean principalmente personas y , por tanto, defiendan y postulen los valores que dignifican a todos los seres humanos como personas independientes de cualquier otra variable que las diferencie.La importancia de los valores en la educación actual viene reseñada por múltiples autores e instituciones.
Dar respuesta a las demandas sociales requiere un espíritu nuevo por parte de las Instituciones Educativas.
Se han establecido tres ejes que agrupan conjunto de valores:
• Desarrollo personal y social
• Orientación al conocimiento
• Responsabilidad ética-social
DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL
Un primer eje de los valores lo constituye la propia persona, el valor de la persona. Esto significa, en primer lugar, partir del concepto de persona como algo central y valioso por sí mismo. Valores como dignidad personal, autoestima, autoconfianza, autorrealización, todos los derechos humanos estarían vinculados con este eje.ORIENTACIÓN AL CONOCIMIENTO
El primer paso es intentar modificar la actitud centrada en meramente aprobar y orientar hacia el saber, hacia el conocimiento como algo valioso. Cambiar esta perspectiva es intentar desarrollar el valor de la orientación al conocimiento, a la búsqueda de la verdad, a la defensa de estos valores en cualquier circunstancia de sus vidas.
Conseguir una orientación al conocimiento supone un cambio radical en la forma de trabajar y comprometerse con el estudio y el conocimiento, supone cambios profundos en los hábitos de estudio sistemático, supone, en definitiva, cambiar el marco y guiarse por este valor durante la estancia en centro educativo y seguir durante el resto de su vida.
RESPONSABILIDAD ÉTICA-SOCIAL
Implica realizar una contribución a la comunidad. Hay que desarrollar en los alumnos un sentido ético y social que guíe su comportamiento personal. Ello supone la formación de una conciencia que permita a las personas actuar coherentemente con ellas, y responder responsablemente de las decisiones y conductas que lleven a cabo en cualquier ámbito vital.Requiere, en síntesis, reflexionar sobre las consecuencias y efectos que sus decisiones tienen sobre los demás y muy especialmente, aquellas que contribuyan a la justicia social.
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LOS VALORES |
¿Qué se entiende por valor?
Este concepto abarca contenidos y significados diferentes y ha sido abordado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella.
El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar.
La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad .
Desde un punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.
¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos a desarrollen valores éticos y morales?
• Si persistimos en terminar un deber difícil, nuestro hijo estará más inclinado a terminar su tarea y sus deberes.
• Cuando no nos enfadamos al perder un partido de fútbol o de baloncesto, nuestro hijo aprenderá que el ganar no es el todo.
• Si nuestro hijo ve que sus padres se tratan con respeto, este es el ejemplo que llevará consigo en sus relaciones sociales.
• Cuando nuestro hijo ve que apreciamos y respetamos a las personas de todas las razas y religiones, es más probable que tenga amistades diversas a las que respete y aprecie.
• Cuando, por ejemplo, decimos a la cajera de una tienda que nos dio cambio de un billete de diez euros y le habíamos dado un billete de cinco, nuestro hijo ve cómo funciona la honestidad en acción.
• Si aceptamos los fracasos como parte íntegra de la vida—si nos levantamos y seguimos adelante—es más probable que nuestro hijo aprenda a sobrevivir las penas de la vida.
• Si somos capaces de reírnos de nuestros propios errores, nuestro hijo será más capaz de aceptar sus imperfecciones.
Nuestra actitud ante el dinero y las posesiones también moldean las actitudes de nuestro hijo. Si pensamos que su valor y el de otros se define en términos materiales, como los coches, las casas, los muebles y ropa bonita, es más probable que nuestro hijo adopte las mismas actitudes.
Es muy importante que cubramos las necesidades de nuestro hijo, pero debemos guiarlo para que vea la diferencia entre lo que necesita y lo que quiere.
Al darle una paga le ayudamos a comprender el valor del dinero. Tendremos que decidir cuánto le damos teniendo en cuenta nuestros recursos, la edad del niño y qué gastos se supone que va a cubrir con esta cantidad.
La paga permitirá que nuestro adolescente aprenda a ahorrar y a gastar el dinero con sensatez.
En algún momento los padres se sentirán desalentados y frustrados mientras sus hijos se enfrentan a la adolescencia. ("No puedo creer que mi hijo haya hecho algo tan estúpido y desconsiderado. ¿Qué hice mal?")
En general, no es necesaria la tragedia cuando nuestro hijo se comporta de una manera que contradice nuestras normas—siempre y cuando no lo haga con regularidad. El mal comportamiento debe reconocerse y enfrentarse. Pero en estos momentos, debemos de recordar nuestros propios tropiezos cuando teníamos esa edad.
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El "compañerismo" en el trabajo es el principal remedio contra el estrés. |
El "compañerismo" en el trabajo es el principal remedio contra el estrés, subrayan los expertos
El compañerismo, valor muy entroncado con la amistad, se va adquiriendo en el transcurso de las primeras etapas de la vida. Permitirá a quienes lo practiquen trabajar eficazmente en equipo, saber dar sin pedir nada a cambio, y a la vez saber ocupar el lugar que le corresponde.
Según los expertos, el "compañerismo" en el entorno laboral, así como las relaciones y aficiones personales satisfactorias fuera del mismo, son los principales remedios contra el estrés.
Los estudiosos del estrés han llegado a la conclusión de que un "factor protector" ante el mismo es el desarrollo de las "habilidades de comunicación con los compañeros" de trabajo, es decir, lo que siempre se llamó "compañerismo" dentro de la empresa.
Así, el "buen clima" en el lugar de trabajo no sólo reduce las posibilidades de sufrir estrés, sino que también, si se ha sufrido una situación particularmente estresante, ayudan a una mejor recuperación. Agregan que también es importante mantener y cuidar las relaciones personales fuera del ámbito laboral. En este punto, apuntan que no es deseable que todas las amistades o personas con las que el trabajador se relaciona fuera de su horario laboral pertenezcan a la misma profesión o ámbito profesional, porque en cierta forma, a través de las conversaciones, se recuerdan o recrean los momentos tensos de la actividad en el centro de trabajo.
Así, señalan que se suele producir la no deseable circunstancia de que en aquellas profesiones donde el estrés registra una mayor incidencia, como personal sanitario y docentes, existe una "endogamia" entre sus miembros, de tal forma que sus amistades personales también son exclusivamente compañeros de trabajo.
También recomiendan que el individuo asuma que "el trabajo no es el centro de la vida", sino que es también importante para el enriquecimiento personal mantener actividades que sean placenteras, tales como una afición concreta o simplemente pasear y charlar con amistades. En un plano más concreto, aconsejan asimismo que en los momentos de máxima tensión en el entorno laboral se lleven a cabo unas sencillas técnicas respiratorias que conllevan una rápida relajación, y que se pueden consultar en cualquier gabinete psicológico.
Define el estrés como "una situación que percibimos como amenazante, porque pensamos que rebasa nuestros recursos y pone en peligro nuestro bienestar, dado que perturba emocionalmente y nos puede hacer perder el control, hasta el punto de deteriorar las relaciones interpersonales".
El estrés, precisan, "no es una enfermedad", aunque experimentarlo durante largo tiempo, hasta convertirse en crónico, genera en el síndrome del "quemado" o burnout, que sí está reconocido como una patología profesional en varios países, entre los cuales no se encuentra aun España, aunque ya se ha producido alguna sentencia judicial aislada que lo contempla.
En la aparición del estrés, concurren tres circunstancias: la propia naturaleza del trabajo, en función de su volumen, dificultad y tiempo para realizarlo; el clima laboral, en el que entran en juego las relaciones con los compañeros y el grado de competitividad que la actividad profesional exija; y las características del individuo, lo que significa que unos pueden soportar sin grandes problemas situaciones que a otros les afectan considerablemente.
¿COMPAÑEROS O AMIGOS?
Un compañero no es necesariamente un amigo, si bien muchas veces un amigo puede ser también un compañero.
fuente:Consumer Eroski
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LA PUNTUALIDAD |
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una cita, una reunión de amigos, una reunión en el trabajo, un trabajo pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planificación de nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?
Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.
En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un negocio o la cita con el médico, hacemos lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde se tratarán temas que creemos saber o nos interesan poco, o las personas –según nosotros- representan poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?
Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.
Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten “distinguirse” por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a tiempo, si...”, “no pasa nada...”, “es lo mismo siempre”. Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades
Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante ocurrió...
Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas digna de confianza.
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¿QUÉ ES LA LIBERTAD? |
La libertad es un derecho natural de la persona, sin importar la edad, sexo u otra diferencia de cualquier índole.
Gracias a la libertad podemos realizar aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos para que aprendan a tomar mejores decisiones, buscar un lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el quehacer profesional, buscar una educación de calidad... pero estos son los efectos de la libertad, no la libertad misma.
Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje.
Puede ocurrir que nuestra libertad se vea coartada por cualquier motivo, lo peor sería dejarnos llevar por el desánimo o el pesimismo, la Libertad siempre estará latente en nuestro ser y en nuestra mente. Siempre contaremos con la libertad de elegir cómo nos afectan las circunstancias. Nuestra libertad, aún cuando sea coartada, permanece en nuestro interior cuando elegimos si lo que nos ocurre nos derrota o permanecemos de pie. Desgraciadamente es en condiciones adversas cuando se considera en toda su magnitud el valor que reside en la Libertad. Por eso mismo se defiende la libertad de expresión, de traslado, de decidir por aquello que nos traiga un beneficio, de trabajar donde se prefiera o de elegir lo mejor para la familia o para la sociedad.
Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir libremente es respetar y al mismo tiempo es decidir.
Es ejercer un derecho.
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LA OBJETIVIDAD |
La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea.
Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio, experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona una percepción de la realidad que puede estar equivocada.
Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente todos conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la realidad: la persona que no respeta a sus compañeros creyéndose superior, el muchacho que recurrió el examen porque pensó que sería más fácil de lo que esperaba, el trabajador que no juzga correctamente las circunstancias y pone en peligro a los demás, las personas que discuten porque uno de ellos se aferra a su propia visión…
Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante, porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma coherente.
Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo los problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso el escuchar la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las cosas con menos apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan inmersos en los problemas que no logramos ver la solución, por obvia que parezca. En otras ocasiones nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio equivocado por no contar con toda la información necesaria.
La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras relaciones humanas, tiene un impacto positivo en la familia. La objetividad nos permite ser más justos con quienes nos rodean y siempre nos abre las puertas.
La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese “Yo” que a veces nos pesa tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente tenemos una tendencia natural a creer que tenemos la razón, que estamos en posesión de la verdad. Si evaluamos siempre que existe la posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más certeros y apreciar todo con mayor objetividad.
Para vivir este valor siempre es conveniente:
- No permitir que las circunstancias o personas nublen el hecho central que estamos tratando de resolver.
- Escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente.
- No apasionarse. Los sentimientos son fundamentales para el ser humano, pero no son el único factor para evaluar un problema o situación.
- Centrarse en los hechos, no en las personas. Es fácil perder objetividad cuando decimos “es que siempre haces lo mismo, eres igual que tu padre”. Es mejor atender a qué ocurrió y que razones y consecuencias se desprenden del hecho, sin calificar a la persona.
- No precipitarse en los juicios. Quien es objetivo razona, observa, escucha y concluye en base a información. Si no se realiza este proceso los juicios son apresurados, no se vio todo lo que había en juego y tal vez no se sabe todo lo necesario para entender lo que realmente sucede.
Una persona objetiva siempre es apreciada porque genera a su alrededor un sentido real de paz y de justicia.
El valor de la Objetividad, además de ahorrarnos muchos disgustos, puede hacernos mejores personas.
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EDUCACIÓN EN VALORES Y DISCIPLINA |
Los valores son creencias que dan sentido a nuestra vida, influyen en nuestra manera de pensar, sentir y actuar y determinan qué cosas son importantes para nosotros. Los valores nos guían, gobiernan nuestras elecciones y nos motivan para conseguir aquello que deseamos.
Es muy importante que los padres conozcan cuáles son los valores que rigen su vida, ya que tienen la importante misión de transmitir e inculcar a sus hijos los valores que creen son más útiles y adecuados para desarrollarse como persona.
Uno de los valores fundamentales que debemos transmitir a los hijos es el de la disciplina. La podríamos definir como la capacidad de actuar de manera ordenada y perseverante.
Un valor muy ligado a la disciplina es el autocontrol, el niño debe aprender a controlar sus deseos y a adecuarse a unas reglas de comportamiento. A través de estas reglas aprenderá lo que es correcto y lo que no en cada situación.
Hay muchas maneras de mantener una disciplina, pero no todas son adecuadas. Corremos el riesgo de extralimitarnos y ser muy autoritarios, o en el otro extremo de ser demasiado permisivos. Mantenerse en el punto adecuado resulta complicado en muchas ocasiones, pero con la práctica y perseverancia se puede conseguir.
Ante todo debemos tener claro que el objetivo de la disciplina no es castigar, sino enseñar. La manera de enseñar disciplina varía con la edad, ya que la capacidad de razonamiento de un niño pequeño no es la misma que la de un adolescente.(Ya se habló de ella en esta entrada). AQUÍ
El método de enseñanza de disciplina en los niños pequeños se centra en la exposición de reglas muy claras y concretas. El método se basa en el ofrecimiento o retirada de la atención, ya que la búsqueda de la atención de los padres es el motor que mueve la mayoría de las conductas de los hijos en esta etapa.
En el caso de los adolescentes una de las claves fundamentales para establecer disciplina es el diálogo. En esta etapa los hijos ya son capaces de razonar y argumentar con nosotros. Así, el diálogo se convierte en un medio muy útil para llegar a un acuerdo verbal con ellos respecto a las distintas normas.
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