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LOS BUENOS COMPAÑEROS NO HUMILLAN



Hoy me encuentro cantarina y os voy a contar un cuento.

Erase una vez un centro de trabajo en el que se encontraban personas de distintas edades. En dicho trabajo no había escalas, esto es, todos tenían el mismo rango y nunca, a lo largo de toda la vida laboral, se podría ascender.

Allí, cualquiera de los componentes podía desarrollar cualquiera de las funciones que allí se realizaban;todos podían ser desde director hasta el último administrativo. Visto así parece envidiable, pues se supone que todos los trabajadores pasarán por todos los rangos y no habiendo competitividad habrá más respeto y solidaridad.

Hubo años felices, todos amigos de todos..., alegres pues las cosas salían dentro de lo esperado.

Pero un año cualquiera cambió la racha. Llegó la trepa, la soberbia, la que pensaba que como ella no había nadie, la que calificaba, siempre según su criterio, a todas las personas, y eso sí, a los componentes del colectivo más les valiera estar dentro de sus parámetros de idoneidad, sino, lo tenían claro...

En aquella época se juzgaba a la persona sin el más mínimo de los respetos y a alguna de ellas se las trataba como que fueran colegialas a las que se las podía reprender cuan Madre Superiora del Convento.

Tiempos difíciles, si señor. Hubo gente que durante aquel periodo sufrió mucho, a veces en una gran soledad, porque el resto de las personas, ante el sibilino comportamiento de la dirigente, no eran capaces de ver el desprecio y el mal trato dado a algunos de los compañeros consiguiendo que la vieran como "Víctima" en lugar de un feroz "Verdugo".

Cometía "acoso" habitualmente, solo con el que no le gustaba por algo, con el resto, era afable, a veces hasta cariñosa, dicharachera...

A este tipo de persona, le gusta tener a todos y todo bajo su control estando ella en la sombra. Tienen correvediles, aquellos que hacen de subalternos dando la cara y haciendo el trabajo sucio actuando como vulgares servilistas.

¿Cómo se puede poner en tela de juicio la palabra dada por una persona?. Aquí sí, sin reparos en el daño moral que se pudiese hacer, se duda. No hubo reparos en ir a preguntar a terceras personas si lo que la anterior decía era cierto ante el estupor de los presentes. Una vez comprobado que se había metido la pata ni disculparse por tal agravio, y, con una actitud prepotente dan carpetazo al asunto como único gesto.

Si hubiera sido cierto ¿a dónde hubiesen llegado?. Nunca lo sabremos, pero, las heridas creadas tardarán en cicatrizar, porque, los graves agravios nunca se olvidan, siempre están latentes y a la mínima, aunque no se quiera, vuelven a resurgir.

Ya decía mi tía : "de la abundancia del corazón habla la boca"

Este cuento está inacabado,seguirán los siguientes capítulos.

 
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