Saciedad
Calor
Seguridad
La saciedad debe responder al hambre, pero no ha de ir más allá, sea hambre de alimento o hambre de información y de conocimientos.
En cuanto al calor, sucede lo mismo: el niño no debe tener frío , pero tampoco hay que "ahogarlo". Y eso es fundamental, tanto en sentido propio como en sentido figurado.
El calor del cariño y de la comprensión no debe volverse en una cárcel, incluso de amor.
Ya sabemos que no hay que acariciar a un gato cuando no tiene ganas; con más razón no debemos mimar a un niño cuando no lo desea. Pero, en cambio, ha de sentir que tiene preparado para él un calor sin límites para cuando lo necesite.
No es siempre fácil detectar su necesidad, pero a fuerza de mirar y de escuchar se adquiere rápidamente afición y habilidad.
Lo esencial es no pedir calor al niño , sino dárselo; si se consigue nos daremos cuenta que él recompensa dando mucho más de lo que se le podría pedir.
Quizá sea la seguridad la necesidad más difícil de satisfacer. Al principio de la vida el niño no es capaz de formular directamente sus angustias, en la preadolescencia las puede reconocer pero, no se atreve a expresarlas directamente. Salen a través de distintos signos.
El niño ha de sentir la seguridad que nosotros le podemos dar y se la daremos esencialmente por nuestra confianza en nosotros, en él, en la vida. También hemos de ser capaces de reconocer lo que siente como un ataque a su seguridad y, tras reconocerlo, saber hacerle sentir que nuestra presencia, nuestra disponibilidad y nuestro poder son para él unas defensas inexpugnables.
Algo hemos de tener claro, nunca es demasiado tarde para satisfacer estas necesidades, aunque hayan sido insatisfechas durante un periodo. Muchas veces, puede ser suficiente satisfacer las necesidades no cubiertas para que desaparezcan algunos trastorno aparentemente inquietantes.
Problemas de un niño normal
Parramón