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Aunque para muchos disciplina equivale a castigo, en realidad disciplina es enseñar y para ello hay que utilizar tanto métodos positivos como negativos.
"Para la mayoría de los padres disciplina equivale al castigo y eso no es cierto".
Pero, la palabra disciplina significa realmente formar o enseñar, y combina tanto técnicas positivas como negativas. Cuando se disciplina a los niños, se les enseña a comportarse. Se les dan instrucciones antes de pedirles que intenten poner algo en práctica. Los padres se convierten en modelo de comportamiento para ellos. Les señalan una y otra vez aquello que están haciendo correctamente. Y cuando es necesario, se les indica lo que no hacen bien.
La disciplina eficaz es señalar: "Eso está bien", cuando el niño le lanza una mirada en busca de aliento mientras titubea. Cuando el pequeño va a tocar un enchufe, es decir que no. Es ignorar cuando un niño intenta repetidas veces interrumpir una conversación telefónica, pero también prestarle atención en seguida, después de que haya esperado su turno pacientemente. Y es enseñar a un niño más mayor que, aunque sea difícil, hay que saber renunciar a una disputa. Y a veces se trata de permitir que se produzcan consecuencias negativas naturales de su conducta cuando ésta no es la que los padres quieren. Los "síes" son muchas veces más importantes que los "noes" porque con el sí el niño sabrá cuándo se está comportando tal como los padres desean.
El ser padre o madre no se completa en un día y la disciplina no es un esfuerzo intermitente. En ambos casos se trata de esfuerzos constantes y consecuentes siendo, al mismo tiempo, eficaces y afectuosos con el niño.
Hay mucho que enseñar a un niño -valores, creencias y técnicas- y se requiere tiempo. Además, el niño no estará siempre dispuesto a aprender la lección. Por ello se sugiere que:
1. Los padres aprendan a relajarse, de ese modo podrán afrontar acontecimientos imprevistos y esfuerzos baldíos con más calma y más eficacia.
2. Hay que examinar metas y necesidades del niño para saber lo que se puede esperar.
3. Se debe hacer lo posible por ser constante y consecuente, diciendo lo que se piensa y pensando lo que se dice, y mantenerse firme en ello. Y finalmente,
4. Se debe mantener una actitud positiva ante el oficio de padre, reteniendo en la mente una imagen de cómo se quiere que el niño actúe y acordando indicarle los comportamientos que se consideran inaceptables.
Habrá ocasiones para señalar aquello que no guste, pero una actitud positiva reforzará la desaprobación del padre cuando ésta sea necesaria.
Algunos de los principales métodos de disciplina: premiar, ignorar, el tiempo fuera, el castigo, la sobrecorrección, el elogio, etc. Pero ante todo, cumplir lo prometido, tanto si es premio, como si es castigo.
LA DISCIPLINA
Aunque para muchos disciplina equivale a castigo, en realidad disciplina es enseñar y para ello hay que utilizar tanto métodos positivos como negativos.
"Para la mayoría de los padres disciplina equivale al castigo y eso no es cierto".
Pero, la palabra disciplina significa realmente formar o enseñar, y combina tanto técnicas positivas como negativas. Cuando se disciplina a los niños, se les enseña a comportarse. Se les dan instrucciones antes de pedirles que intenten poner algo en práctica. Los padres se convierten en modelo de comportamiento para ellos. Les señalan una y otra vez aquello que están haciendo correctamente. Y cuando es necesario, se les indica lo que no hacen bien.
La disciplina eficaz es señalar: "Eso está bien", cuando el niño le lanza una mirada en busca de aliento mientras titubea. Cuando el pequeño va a tocar un enchufe, es decir que no. Es ignorar cuando un niño intenta repetidas veces interrumpir una conversación telefónica, pero también prestarle atención en seguida, después de que haya esperado su turno pacientemente. Y es enseñar a un niño más mayor que, aunque sea difícil, hay que saber renunciar a una disputa. Y a veces se trata de permitir que se produzcan consecuencias negativas naturales de su conducta cuando ésta no es la que los padres quieren. Los "síes" son muchas veces más importantes que los "noes" porque con el sí el niño sabrá cuándo se está comportando tal como los padres desean.
El ser padre o madre no se completa en un día y la disciplina no es un esfuerzo intermitente. En ambos casos se trata de esfuerzos constantes y consecuentes siendo, al mismo tiempo, eficaces y afectuosos con el niño.
Hay mucho que enseñar a un niño -valores, creencias y técnicas- y se requiere tiempo. Además, el niño no estará siempre dispuesto a aprender la lección. Por ello se sugiere que:
1. Los padres aprendan a relajarse, de ese modo podrán afrontar acontecimientos imprevistos y esfuerzos baldíos con más calma y más eficacia.
2. Hay que examinar metas y necesidades del niño para saber lo que se puede esperar.
3. Se debe hacer lo posible por ser constante y consecuente, diciendo lo que se piensa y pensando lo que se dice, y mantenerse firme en ello. Y finalmente,
4. Se debe mantener una actitud positiva ante el oficio de padre, reteniendo en la mente una imagen de cómo se quiere que el niño actúe y acordando indicarle los comportamientos que se consideran inaceptables.
Habrá ocasiones para señalar aquello que no guste, pero una actitud positiva reforzará la desaprobación del padre cuando ésta sea necesaria.
Algunos de los principales métodos de disciplina: premiar, ignorar, el tiempo fuera, el castigo, la sobrecorrección, el elogio, etc. Pero ante todo, cumplir lo prometido, tanto si es premio, como si es castigo.