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Cada día resulta más habitual que, tanto el padre como la madre, trabajen fuera de casa. Esta situación ha llevado a que muchas abuelas y abuelos hayan asumido una parte de responsabilidad en el cuidado y educación de sus nietas y nietos.
Los abuelos pagaron su vivienda, criaron a sus hijos, ahorraron un dinero para la vejez..., y se encuentran ahora colaborando en el pago de la hipoteca del piso de sus hijos o encargándose de sus nietos mientras sus padres trabajan.
A pesar del importante papel que los abuelos desarrollan, no están exentos de críticas. Se les suele decir que malcrían o sobreprotegen a los nietos. Puede que algo de esto sea cierto, pero, ¿sólo sobreprotegen los abuelos? Existen muchos niños mimados o que no tienen límites incorporados y en cuya educación no participan los abuelos. ¿No será que, tanto los padres como los abuelos, tenemos dificultades a la hora de educar?
Los abuelos aun lo tienen más difícil, pues, a veces, se encuentran con unos nietos exigentes y que no les obedecen; esto choca frontalmente con el modelo educativo que ellos incorporaron; y además, los padres quieren educar a sus hijos de manera diferente a como les educaron a ellos. Ante esta situación los abuelos se sienten un poco atrapados y con escaso margen de maniobra.
Los abuelos lo hacen lo mejor que saben y pueden. Por eso, sobran las críticas, máxime las que se les hacen delante de los nietos. Expresiones como: “¿por qué le has comprado chucherías?” o “Ya sabes que tiene que comer de todo y no sólo pasta”, tienden a devaluarles y a que los nietos se “crezcan” cuando están con ellos.
A la hora de educar lo óptimo es que todas las personas adultas que intervienen, lo hagan con los mismos criterios, pero en la práctica resulta complicado. Por tanto, está bien no caer en las trampas que a veces ponen los niños, como: “Es que la abuela me deja”. Ante estos comentarios algunos padres desacreditan a la abuela, pero sería más adecuado defenderla diciendo: Cada uno hace las cosas, en cada momento, de la forma que cree más conveniente”.
Los abuelos no están más para educar. Ya han educado, bien o mal, a sus hijos. Los abuelos están para dar cariño, echar una mano de vez en cuando, y pasar un buen rato con sus nietos. Si los abuelos van a estar con los nietos, lo ideal es que haya un acuerdo entre las partes, para el bien del niño y de todos. Para eso, es necesario que entre los padres y los abuelos exista una relación tranquila, específica y verdadera, libre de celos, en la que reine el respeto a las exigencias y a los hábitos del otro.
Hay que considerar y valorar más a los abuelos. Estos les regalan tiempo a sus nietos, aportan su experiencia, y lo que es más fundamental: son un referente afectivo para ellos, dándoles cariño de manera incondicional, y los niños lo necesitan más que la comida.
Por otra parte los abuelos sienten mucho placer con sus nietos. Estar con ellos es también una forma de renovarse personalmente. Es tener más participación en la familia, y sentirse más jóvenes y actualizados. Se aprende mucho con los niños.
De todos modos,ofrecer ayuda y afecto a los abuelos es tan importante como proteger a los niños. Es necesario que los padres transmitan una buena y saludable imagen de los abuelos a sus hijos. Es aconsejable dejar claro que los abuelos no son ayudantes, sino personas merecedoras de amor y de respeto. La presencia de los abuelos debe ser planteada como algo positivo y beneficioso, no como un acto de compasión.
Las personas mayores tienen limitaciones de salud que exigen cuidados y atención. En muchos casos, esas limitaciones son ignoradas o dejadas de lado para atender a la necesidad de cuidar de los nietos. Y no deja de ser injusto y una muestra de egoismo que es muy habitual hoy en día.
LOS ABUELOS TAMBIÉN EDUCAN
Cada día resulta más habitual que, tanto el padre como la madre, trabajen fuera de casa. Esta situación ha llevado a que muchas abuelas y abuelos hayan asumido una parte de responsabilidad en el cuidado y educación de sus nietas y nietos.
Los abuelos pagaron su vivienda, criaron a sus hijos, ahorraron un dinero para la vejez..., y se encuentran ahora colaborando en el pago de la hipoteca del piso de sus hijos o encargándose de sus nietos mientras sus padres trabajan.
A pesar del importante papel que los abuelos desarrollan, no están exentos de críticas. Se les suele decir que malcrían o sobreprotegen a los nietos. Puede que algo de esto sea cierto, pero, ¿sólo sobreprotegen los abuelos? Existen muchos niños mimados o que no tienen límites incorporados y en cuya educación no participan los abuelos. ¿No será que, tanto los padres como los abuelos, tenemos dificultades a la hora de educar?
Los abuelos aun lo tienen más difícil, pues, a veces, se encuentran con unos nietos exigentes y que no les obedecen; esto choca frontalmente con el modelo educativo que ellos incorporaron; y además, los padres quieren educar a sus hijos de manera diferente a como les educaron a ellos. Ante esta situación los abuelos se sienten un poco atrapados y con escaso margen de maniobra.
Los abuelos lo hacen lo mejor que saben y pueden. Por eso, sobran las críticas, máxime las que se les hacen delante de los nietos. Expresiones como: “¿por qué le has comprado chucherías?” o “Ya sabes que tiene que comer de todo y no sólo pasta”, tienden a devaluarles y a que los nietos se “crezcan” cuando están con ellos.
A la hora de educar lo óptimo es que todas las personas adultas que intervienen, lo hagan con los mismos criterios, pero en la práctica resulta complicado. Por tanto, está bien no caer en las trampas que a veces ponen los niños, como: “Es que la abuela me deja”. Ante estos comentarios algunos padres desacreditan a la abuela, pero sería más adecuado defenderla diciendo: Cada uno hace las cosas, en cada momento, de la forma que cree más conveniente”.
Los abuelos no están más para educar. Ya han educado, bien o mal, a sus hijos. Los abuelos están para dar cariño, echar una mano de vez en cuando, y pasar un buen rato con sus nietos. Si los abuelos van a estar con los nietos, lo ideal es que haya un acuerdo entre las partes, para el bien del niño y de todos. Para eso, es necesario que entre los padres y los abuelos exista una relación tranquila, específica y verdadera, libre de celos, en la que reine el respeto a las exigencias y a los hábitos del otro.
Hay que considerar y valorar más a los abuelos. Estos les regalan tiempo a sus nietos, aportan su experiencia, y lo que es más fundamental: son un referente afectivo para ellos, dándoles cariño de manera incondicional, y los niños lo necesitan más que la comida.
Por otra parte los abuelos sienten mucho placer con sus nietos. Estar con ellos es también una forma de renovarse personalmente. Es tener más participación en la familia, y sentirse más jóvenes y actualizados. Se aprende mucho con los niños.
De todos modos,ofrecer ayuda y afecto a los abuelos es tan importante como proteger a los niños. Es necesario que los padres transmitan una buena y saludable imagen de los abuelos a sus hijos. Es aconsejable dejar claro que los abuelos no son ayudantes, sino personas merecedoras de amor y de respeto. La presencia de los abuelos debe ser planteada como algo positivo y beneficioso, no como un acto de compasión.
Las personas mayores tienen limitaciones de salud que exigen cuidados y atención. En muchos casos, esas limitaciones son ignoradas o dejadas de lado para atender a la necesidad de cuidar de los nietos. Y no deja de ser injusto y una muestra de egoismo que es muy habitual hoy en día.