La Resiliencia es la capacidad que tiene una persona para sobrevivir un hecho traumático o algo que le haya causado un gran impacto en su vida, a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves.
Este concepto hace referencia a que la persona, aún habiendo vivido una situación traumática, ha conseguido encajarla y seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado en ellos recursos latentes e insospechados, como si hubiera sido un gran recurso ante tal adversidad. Por un lado, le mantiene alerta para controlar la situación que se produce y por otro, crece interiormente, como persona.
La resiliencia pertenece al campo de la psicología positiva haciendo que esa persona salga victoriosa y más fortalecida de algo que supuso un cambio radical en su vida al tener algún shock, pruebas o rupturas, etc.
La capacidad del ser humano para afrontar experiencias traumáticas e incluso extraer un beneficio de las mismas ha sido generalmente ignorada por la Psicología tradicional, que ha dedicado todo su esfuerzo al estudio de los efectos devastadores del trauma. Aunque vivir un acontecimiento traumático es sin duda uno de los trances más duros a los se enfrentan algunas personas, supone una oportunidad para tomar conciencia y reestructurar la forma de entender el mundo, que se traduce en un momento idóneo para construir nuevos sistemas de valores. Algunas personas suelen resistir con insospechada fortaleza los embates de la vida, e incluso ante sucesos extremos hay un elevado porcentaje de personas que muestra una gran resistencia y que sale psicológicamente indemne o con daños mínimos del trance.
¿Cómo desarrollar la resiliencia?
Una persona resiliente actúa ante cualquier problema con optimismo y sentido de lucha extrayendo de la adversidad la parte positiva para convertirlo en una oportunidad de crecimiento. Es capaz de superar sus miedos, temores y problemas yendo con rapidez al mismo y analizando posibles soluciones. Tienen gran sentido del humor lo que en ocasiones, “quitan hierro al asunto” con alguna broma.
Existen una serie de factores que favorecen el desarrollo de la resiliencia y, por tanto, la capacidad de respuesta de las personas o de recuperación ante situaciones adversas. Algunos de estos factores son:
- Buenas relaciones con familiares y amigos. Las personas que poseen buenas relaciones afectivas con sus familiares o amigos, basadas sobre todo en el amor, el respeto y la comprensión, generalmente, son personas con una gran autoestima, seguridad y confianza en ellas mismas y en su forma de enfrentarse a cualquier acontecimiento.
- La posibilidad de desarrollar y poner en práctica las habilidades sociales que poseemos, supone para cualquier persona un conocimiento de sus capacidades y una mayor seguridad en su forma de actuar y, por tanto, una ventaja en su actitud ante situaciones adversas o contrarias.
- Tener grandes responsabilidades profesionales y estar constantemente tomado decisiones decisivas, es otro factor que desarrolla la resiliencia y, por tanto, permite resolver positivamente situaciones adversa en la medida de las posibilidades de cada situación.
- La creencia en uno mismo y en su capacidad y voluntad para resolver conflictos, confiar en las posibilidades de cada uno y no dejarse paralizar por el miedo o el riesgo, sino tener una actitud resolutiva y de confianza.
La resiliencia se puede adquirir. Para ello, es importante que desde pequeños eduquemos a los niños para que sean personas fuertes y responsables, enseñándoles a hacer frente a todas las contrariedades que se les puedan presentar a lo largo de su vida, tanto en el ámbito familiar, social como escolar y para que actúen con responsabilidad ante sus comportamientos.
Los padres no deben actuar resolviendo los problemas de sus hijos ni facilitándoles la solución de los mismos. Deben tener una relación en la que el niño sea capaz de contarles sus problemas o dificultades, y los padres deben escucharlos y orientarlos en la resolución de estos. Pero, han de ser los hijos quienes encuentren la solución.
Fuente: Vázquez, C. y Pérez-Sales, P. (2003) Emociones positivas, trauma y resistencia.