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LA ADOLESCENCIA


La adolescencia es una época de rupturas y pérdidas, los padres protectores e idealizados de la infancia se pierden. El adolescente se siente fuera de lugar, las normas que antes se le aplicaban de forma efectiva ya no sirven, irrumpen en él nuevos valores e inquietudes, parece que hay que producirlo todo de nuevo, también las relaciones familiares. No todos atraviesan del mismo modo este tiempo. Muchos asumen estos cambios sin grandes problemas, ávidos de crecer. Otros se transforman de la noche a la mañana, en chicos desobedientes, contestones resultando bastante difícil la convivencia.

Son rebeldes por naturaleza y esa rebeldía no siempre hay que entenderla como algo negativo, es necesaria para que el joven y no tan joven definan sus criterios propios, el problema está en que no solemos tolerar que los demás tengan un pensamiento distinto al nuestro, mucho menos cuando se trata de nuestros hijos. En muchas ocasiones el principal problema estriba en que los padres siguen tratándoles como "su pequeña o pequeño" no teniendo en cuenta el crecimiento que en ella o el se ha producido. El grito, el portazo o el enfado no siempre tienen que interpretarse de la misma forma, a veces la propia intolerancia de los padres incentiva la respuesta desproporcionada de sus hijos. Tampoco se trata de pasarlo todo y que la chica o el chico "hagan lo que les dé la gana", son jóvenes y necesitan orientación, apoyo y también firmeza.

En este tiempo, busca entre sus amigos las referencias, los afectos, los pilares sobre los que construir su identidad, pareciendo en muchos casos que olvida los valores inculcados desde la infancia.

Cada familia es distinta como lo es cada uno de los miembros que la integran. Sólo a través de la educación, la tolerancia, la paciencia es posible un crecimiento saludable.

Ya sabemos que nadie nace sabiendo, aprender a ser padres también es un trabajo, aunque según vemos hoy en día, muchos no han reparado demasiado en ello.

Creo que con nuestros jóvenes y adolescentes hemos de ser todos más tolerantes y dejar de hablar mal de ellos, al fin y al cabo todos lo hemos sido y hemos cometido multitud de errores, sin que ello signifique que ahora seamos personas fracasadas ni delincuentes.

 
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