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En la actualidad a varias sociedades del mundo les preocupan los niveles de violencia existentes entre niños y jóvenes. En algunas sociedades estas oleadas de preocupación parecen más responder a determinados ciclos que estar basadas en un incremento real de los casos. También hay una tendencia de los medios de comunicación a centrarse en acontecimientos dramáticos pero aislados más que en tendencias.
Imágenes y juguetes violentos
La preocupación sobre los niveles de violencia interpersonal en las sociedades occidentales ha llevado a centrarse en los efectos que las imágenes violentas que aparecen en los medios de comunicación: como la televisión, los vídeos o más recientemente en imágenes generadas por ordenador, pueden tener en los niños. La principal preocupación radica en que una exposición continuada de los niños a estas imágenes puede volverles insensibles a la violencia y animarles a imitar esos comportamientos violentos.
Una reciente investigación llevada a cabo en EE.UU., que analizó 188 estudios realizados durante el periodo 1957-1990, concluyó que: “En general, la mayor parte de los estudios, fuera cual fuera su metodología, mostraban que la exposición a la violencia en televisión provocaba un comportamiento cada vez más violento, tanto en el momento como con el paso del tiempo”.
Sin embargo, debería subrayarse que estos descubrimientos fueron rebatidos por otros académicos que señalan defectos en la investigación, un análisis inadecuado del contexto de la violencia en la televisión y las películas, y una falta de reconocimiento de que a menudo predominan los mensajes socialmente aceptables y la antiviolencia.
También existen estudios que, a través de entrevistas directas con niños, rebaten la idea de que los niños son particularmente vulnerables a los efectos de los medios de comunicación.
Además del Artículo 19, la Convención exige a los Estados en el Artículo 17 que promuevan “la elaboración de directrices apropiadas para proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones de los artículos 13 y 18”. Las directrices deben ser desarrolladas de forma que se respete el derecho del niño a la libertad de expresión (Artículo 13), y la responsabilidad primordial de los padres en el crecimiento y desarrollo del niño (Artículo 18). El Artículo 17 subraya sobre todo la necesidad de fomentar el potencial pro-social de los medios de comunicación para el desarrollo del niño.
Las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil subrayan también el “amplio papel social y la responsabilidad” de los medios de comunicación:
Los medios de comunicación en general, y la televisión y las películas en particular, deberían reducir el nivel de pornografía, drogas y violencia, y mostrar la cara negativa de la violencia y la explotación. Así como evitar presentaciones degradantes y humillantes, especialmente de niños, mujeres y relaciones interpersonales, y promover los principios de igualdad. (párrafo 43).
El desarrollo de la tecnología moderna, la televisión por cable o por satélite, las imágenes generadas por ordenador o Internet, dificultan en gran medida el control por parte de los Estados del contenido de los medios de comunicación disponibles para el público, incluidos los niños. He aquí la importancia del papel de los padres y otros educadores. Hay un claro acuerdo sobre la necesidad de concienciar tanto a los niños como a los padres y a otros educadores en el entendimiento crítico de los medios de comunicación modernos.
Aquellas personas involucradas en los medios de comunicación deben asegurarse de que actúan de forma responsable, y de que existe una indicación clara sobre el contenido de sus productos y los programas que realizan para que los padres puedan guiar y aconsejar de forma adecuada a sus hijos.
En aquellos países donde existe una elevada sensibilidad hacia la violencia, estas consideraciones han llevado a una combinación de una regulación estatal (códigos para los locutores y exigencia de una clara indicación en las emisiones del nivel de violencia de los programas y productos, clasificación de los vídeos según edad, retransmisión de programas para adultos a ciertas horas, sistemas de quejas y procedimientos para ejecutar la ley), junto a controles voluntarios por parte del sector privado, y educación respecto a los medios de comunicación en escuelas y para el público en general, incluidos, especialmente, los padres.
Los “juguetes agresivos” (definidos como juguetes cuyo propósito es estimular el comportamiento o la fantasía relacionados con el daño a otra persona) son igualmente motivo de preocupación: pueden contribuir a insensibilizar a los niños respecto a la violencia y pueden inhibir otro tipo de juegos menos violentos y más prosociales.
En Suecia se ha prohibido la fabricación de juguetes de guerra; en España y Alemania no se permite la publicidad relativa a este tipo de productos. Una resolución del Parlamento
Europeo de 1982 instó a los Estados Miembros a prohibir la publicidad visual y verbal de los juguetes de guerra, así como la fabricación y venta de réplicas de pistolas y rifles: La producción o venta de juguetes de guerra debería reducirse progresivamente, y reemplazar estos juguetes por aquellos que sean constructivos y que desarrollen la creatividad.
El debate sobre la importancia de la violencia en los medios de comunicación y los juguetes agresivos como factores en el desarrollo de actitudes y acciones violentas es importante, pero no debe desviar la atención de la cuestión de la violencia experimentada por los niños a manos de los adultos y sus importantes consecuencias sobre su desarrollo.
¿POR QUÉ LOS NIÑOS SE HACEN VIOLENTOS?
En la actualidad a varias sociedades del mundo les preocupan los niveles de violencia existentes entre niños y jóvenes. En algunas sociedades estas oleadas de preocupación parecen más responder a determinados ciclos que estar basadas en un incremento real de los casos. También hay una tendencia de los medios de comunicación a centrarse en acontecimientos dramáticos pero aislados más que en tendencias.
Imágenes y juguetes violentos
La preocupación sobre los niveles de violencia interpersonal en las sociedades occidentales ha llevado a centrarse en los efectos que las imágenes violentas que aparecen en los medios de comunicación: como la televisión, los vídeos o más recientemente en imágenes generadas por ordenador, pueden tener en los niños. La principal preocupación radica en que una exposición continuada de los niños a estas imágenes puede volverles insensibles a la violencia y animarles a imitar esos comportamientos violentos.
Una reciente investigación llevada a cabo en EE.UU., que analizó 188 estudios realizados durante el periodo 1957-1990, concluyó que: “En general, la mayor parte de los estudios, fuera cual fuera su metodología, mostraban que la exposición a la violencia en televisión provocaba un comportamiento cada vez más violento, tanto en el momento como con el paso del tiempo”.
Sin embargo, debería subrayarse que estos descubrimientos fueron rebatidos por otros académicos que señalan defectos en la investigación, un análisis inadecuado del contexto de la violencia en la televisión y las películas, y una falta de reconocimiento de que a menudo predominan los mensajes socialmente aceptables y la antiviolencia.
También existen estudios que, a través de entrevistas directas con niños, rebaten la idea de que los niños son particularmente vulnerables a los efectos de los medios de comunicación.
Además del Artículo 19, la Convención exige a los Estados en el Artículo 17 que promuevan “la elaboración de directrices apropiadas para proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones de los artículos 13 y 18”. Las directrices deben ser desarrolladas de forma que se respete el derecho del niño a la libertad de expresión (Artículo 13), y la responsabilidad primordial de los padres en el crecimiento y desarrollo del niño (Artículo 18). El Artículo 17 subraya sobre todo la necesidad de fomentar el potencial pro-social de los medios de comunicación para el desarrollo del niño.
Las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil subrayan también el “amplio papel social y la responsabilidad” de los medios de comunicación:
Los medios de comunicación en general, y la televisión y las películas en particular, deberían reducir el nivel de pornografía, drogas y violencia, y mostrar la cara negativa de la violencia y la explotación. Así como evitar presentaciones degradantes y humillantes, especialmente de niños, mujeres y relaciones interpersonales, y promover los principios de igualdad. (párrafo 43).
El desarrollo de la tecnología moderna, la televisión por cable o por satélite, las imágenes generadas por ordenador o Internet, dificultan en gran medida el control por parte de los Estados del contenido de los medios de comunicación disponibles para el público, incluidos los niños. He aquí la importancia del papel de los padres y otros educadores. Hay un claro acuerdo sobre la necesidad de concienciar tanto a los niños como a los padres y a otros educadores en el entendimiento crítico de los medios de comunicación modernos.
Aquellas personas involucradas en los medios de comunicación deben asegurarse de que actúan de forma responsable, y de que existe una indicación clara sobre el contenido de sus productos y los programas que realizan para que los padres puedan guiar y aconsejar de forma adecuada a sus hijos.
En aquellos países donde existe una elevada sensibilidad hacia la violencia, estas consideraciones han llevado a una combinación de una regulación estatal (códigos para los locutores y exigencia de una clara indicación en las emisiones del nivel de violencia de los programas y productos, clasificación de los vídeos según edad, retransmisión de programas para adultos a ciertas horas, sistemas de quejas y procedimientos para ejecutar la ley), junto a controles voluntarios por parte del sector privado, y educación respecto a los medios de comunicación en escuelas y para el público en general, incluidos, especialmente, los padres.
Los “juguetes agresivos” (definidos como juguetes cuyo propósito es estimular el comportamiento o la fantasía relacionados con el daño a otra persona) son igualmente motivo de preocupación: pueden contribuir a insensibilizar a los niños respecto a la violencia y pueden inhibir otro tipo de juegos menos violentos y más prosociales.
En Suecia se ha prohibido la fabricación de juguetes de guerra; en España y Alemania no se permite la publicidad relativa a este tipo de productos. Una resolución del Parlamento
Europeo de 1982 instó a los Estados Miembros a prohibir la publicidad visual y verbal de los juguetes de guerra, así como la fabricación y venta de réplicas de pistolas y rifles: La producción o venta de juguetes de guerra debería reducirse progresivamente, y reemplazar estos juguetes por aquellos que sean constructivos y que desarrollen la creatividad.
El debate sobre la importancia de la violencia en los medios de comunicación y los juguetes agresivos como factores en el desarrollo de actitudes y acciones violentas es importante, pero no debe desviar la atención de la cuestión de la violencia experimentada por los niños a manos de los adultos y sus importantes consecuencias sobre su desarrollo.