Algunos expertos aseguran que el paso a la mayoría de edad se puede vivir con incertidumbre y ansiedad ante los cambios y responsabilidades que conlleva
En España sólo el 3% de los jóvenes se emancipa a los 18 años. A esta edad la Ley prevé la extinción de la patria potestad y otorga a la persona plena independencia y capacidad jurídica de obrar. Sin embargo, esta libertad, aparentemente muy ansiada por los jóvenes, conlleva a su vez una serie de derechos y obligaciones que pueden causarles ansiedad. A los 18 años, una persona puede votar y ser votada, pedir un préstamo al banco, acceder a empleos públicos, incluso en horario nocturno y, ante todo, es responsable de sus actos. Una serie de cambios importantes que, cuando coinciden con el inicio de la etapa universitaria o laboral fuera del hogar familiar, acrecientan la incertidumbre y plantean serias dudas sobre cómo llevarlos a cabo de manera satisfactoria.
¿Comienzo de una nueva etapa?
Cumplir 18 años implica cambios. Aunque los jóvenes cada vez tienen más cotas de autonomía años antes de haber cumplido esta edad (tradicionalmente ligada a una mayor libertad por parte de los padres), cuestiones como el derecho al voto y a ser votado, la obtención del permiso de conducir, la titularidad de un negocio y el acceso a empleos públicos, peligrosos o con horario nocturno sólo pueden hacerse efectivas con la llegada a esta etapa. Pero ¿cómo lo viven los jóvenes? El profesor Fernando Jiménez, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológicos de la Universidad de Salamanca, asegura que el joven vive este paso a la mayoría de edad, coincidente en la mayoría del los casos con una nueva etapa universitaria, cuando sale del contexto familiar: los estudios en la universidad, nueva vida, nuevos compañeros en residencia, piso, autonomía propia, nuevas responsabilidades y, todo ello, lejos del control familiar. A su juicio, todos estos cambios no son fáciles de afrontar, por lo que subraya que el joven puede llegar a vivirlos "con preocupación, con incertidumbre y con cierta ansiedad ante los fracasos".
En general, la mayoría de edad ha perdido el significado que tenía. Si cumplir 18 años era sinónimo de 'ser mayor', ahora esta condición parece adquirirse mucho antes. "Prácticamente se ha perdido esa idea de que los 18 años son un sinónimo de mayor libertad. Los jóvenes tienen ahora más libertad desde que ellos mismos tienen la conciencia de que la poseen y dicen hacer 'lo que desean y quieren', se sienten así desde principios de la adolescencia. La coincidencia con los 18 años no es más que un puro azar", dice Jiménez. Hasta hace algunos años, las familias celebraban la nueva edad con la 'puesta de largo' de las chicas y con discursos sobre la importancia de la responsabilidad en el caso de los chicos, unas costumbres que prácticamente han desaparecido hoy en día, cuando los padres aún tratan a sus hijos e hijas como si fueran 'el niño' o 'la niña'. Según Jiménez, "los padres intentan solucionarles todo tipo de problemas hasta que salen de casa para vivir en pareja, estudiar o trabajar, que es cuando toman conciencia de ser responsables y comienzan a ser mayores".
Para el presidente de la Asociación Española de Abogados de Familia, Luís Zarraluqui, "la determinación de la mayoría de edad ha sido siempre un tema importante, sobre todo, en el caso de las mujeres". Según recuerda, el Código Civil ha pasado de establecer la mayoría de edad a los 23 años a hacerlo a los 21 y luego a los 18. "Incluso -rememora- había una situación singular en 1889 en la que, aunque las mujeres fueran mayores de edad, si no habían cumplido 25 años necesitaban licencia de sus padres para una serie de actos y tenían la obligación de vivir en casa".
La actitud de los padres y madres hacia quienes se encuentran en este periodo debe ser la de unos amigos que les escuchan, hablan con ellos y se sientan a comentar los problemas e interrogantes que les plantea esta etapa. "Los padres deben estar atentos a los 'olores' que despiden ciertas preguntas, reacciones o comportamientos de sus hijos, porque cuando esto no es así, cada uno elegirá lo que más le apetece para alimentarse, sin saber si esto es bueno, malo o insulso", reflexiona Jiménez a través de esta metáfora. No se debe confundir, eso sí, la amistad entre padres e hijos con la condescendencia, hay que saber poner límites y discernir cuándo, bajo el pretexto de la libertad que se le presupone a cada edad, los hijos piden a sus progenitores cosas "impensables" en ciertos momentos y circunstancias. "Los límites deben estar claros", sentencia el profesor.
Perfil de la juventud
Los 'dieciochoañeros' son objeto de numerosos estudios. El Eurobarómetro elaborado por la Comisión Europea en el año 2000 les define como buenos amigos, con interés por la música, la televisión y el deporte, y destaca que sólo el 15% de los españoles entre 16 y 19 años tiene un trabajo remunerado, frente al 25% de los jóvenes europeos de la misma edad que tienen empleo. En la misma línea, el sociólogo y catedrático Javier Elzo, de la Universidad de Deusto, en Bilbao, asegura que en esta franja de edad quienes "solamente piensan en la fiesta, beben y consumen drogas hasta que el cuerpo o el bolsillo aguanten están manifiestamente menos contentos con sus vidas que los jóvenes que saben aliar la fiesta, consumiendo con moderación o no consumiendo, con el trabajo, el estudio, el deporte o, simplemente, la vida cotidiana del día siguiente". Estas reflexiones aparecen en el estudio previo a la elaboración del libro 'Los jóvenes y la felicidad' y coinciden, en gran medida, con las conclusiones del informe 'Jóvenes Españoles 2005', patrocinado por la Fundación Santa María.
Según refleja el sociólogo, autor también de este estudio, los jóvenes de ahora tienen más recursos y dinero para divertirse, pero priorizan y valoran, sobre todo, la familia, los amigos y la salud seguido del trabajo, ganar dinero, tener tiempo libre, llevar una vida moral y digna, tener una vida sexual satisfactoria, estudiar para tener una buena formación y competencia profesional, y, en último lugar, la política y la religión. Además, están sensibilizados por los problemas sociales y apoyan los movimientos ecologistas y de defensa de los derechos humanos, están más despreocupados por el deterioro del medio ambiente, valoran el matrimonio aunque lo retardan y, para un 92% de los jóvenes españoles, el ocio y el tiempo libre es un elemento central en su nivel de vida, como lo es también el uso del móvil.
"Representa uno de los mayores cambios en la conducta cotidiana de la población española y, especialmente, de los jóvenes. Las relaciones sociales relacionadas con el ocio y el tiempo libre se han transformado sustancialmente debido, principalmente, a las tecnologías de la información y comunicación", apunta el estudio.
Cambios legales: emancipación y patria potestad
Con la mayoría de edad la persona adquiere plena independencia. La patria potestad ejercida por los padres hasta entonces queda extinguida y el joven pasa a ser el responsable absoluto de sus actos, siempre que no esté incapacitado o tenga una enfermedad física o psíquica de carácter permanente, que prorrogue la patria potestad. "La mayoría de edad representa adquirir la plena capacidad jurídica de obrar, es el momento en el que una persona puede, por sí sola, realizar todos los actos de la vida ordinaria y extraordinaria. Puede disponer de sus bienes, concertar toda clase de contratos y realizar toda clase de actos jurídicos, aunque a veces surjan dudas sobre la madurez de la persona para llevar a cabo ciertos actos", explica Luís Zarraluqui. En todo caso, al cumplir 18 años la persona deja de estar sujeta a cualquier autoridad y se le supone la capacidad necesaria para tomar sus propias decisiones, gobernarse a sí misma y gobernar sus bienes. En este sentido, también desaparece la denominada 'curatela', una especie de tutela que se refiere exclusivamente a los bienes y cuya figura, el curador, no sustituye a la persona, sino que la representa. "Cuando una persona está incapacitada o declarada pródiga, con una limitación para la administración de sus bienes, se nombra un 'curador' que es quien la representa", señala el presidente de la Asociación Española de Abogados de Familia.
No obstante, el joven entre 16 y 18 años puede tomar la decisión de emanciparse si contrae matrimonio con una persona mayor de edad u obtiene el consentimiento de los titulares de la patria potestad o del juez para ello. El Eurobarómetro afirma que a los 18 años sólo el 3% de los jóvenes españoles se ha emancipado.
Sin embargo, a todos ellos se les permite, con el consentimiento de sus padres o tutores, pedir préstamos, gravar o vender bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales; disponer de bienes de extraordinario valor, como joyas; ser defensores de los bienes de un desaparecido o representante del declarado ausente, y aceptar una herencia. Pero no pueden disponer libremente de sus bienes hasta la mayoría de edad. Lo que sí puede hacer un menor emancipado es comparecer en un juicio.
En España, el Instituto de la Juventud (INJUVE) prevé la apertura progresiva de Oficinas de Emancipación Joven en todas las comunidades autónomas, dentro del 'Programa de Emancipación Joven'. La labor de estas oficinas es ofrecer apoyo en materia de empleo -con orientación a la formación, desarrollo de ideas emprendedoras y defensa de los derechos laborales- y vivienda -información sobre bolsas de vivienda en alquiler y para el acceso a la vivienda-. En este sentido, desde que el Injuve comenzó el año pasado estos programas de emancipación, se han registrado un total de 128.744 usuarios directos y 1.537.176 indirectos. Además, 2.663 jóvenes han encontrado trabajo, se han creado 490 empresas y 13.708 jóvenes han alquilado un piso gracias a las Bolsas de Vivienda que hay en toda España. El objetivo es que estas cifras aumenten cada año para facilitar a los jóvenes el paso a una etapa que, subraya Zarraluqui, "está cargada de responsabilidades para las que no siempre estamos preparados".
Fuente:http://www.consumer.es/