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MANTENER UNA CONVERSACIÓN CON NUESTROS HIJOS



Conversar significa versar juntos sobre un mismo tema o asunto. Cuando dos hablan sin escuchar, se refieren a cosas distintas o no respetan las opiniones del otro, no están conversando.

Seguro que hemos vivido está situación ¿Cuántas veces hemos intentado hablar con nuestro hijo/a sin poder entablar una charla fructífera?

No hay que desesperarse. Todos, sin excepciones, tenemos mucho que aprender y mejorar en materia de relaciones humanas.

Así que no tiramos la toalla. Reaprendemos a hablar con nuestros hijos nos permitirá comprenderles mejor y ayudarles a encauzar su vida


Escuchar es lo más importante.

El 80% de la efectividad de una conversación se basa en la escucha activa... Si somos capaces de escuchar a nuestros hijos de forma abierta y dispuesta nos aseguraremos una mejor relación con ellos.

En ocasiones resulta complicado, pero ponernos en su lugar nos ayudará a comunicarnos mejor. Tenemos que recordar que no es posible tener unas relaciones de primera con una comunicación de segunda.

Hablar en confianza

Las posibilidades de comunicación positiva con nuestro/a hijo/a aumentan si sabemos que pueden hablar de cualquier cosa con nosotros.

Cuando no hay temas tabú como el sexo o las drogas, las conversaciones son mucho más ricas, sobre todo si mostramos respeto y no reproches hacia sus opiniones. Por supuesto, eso no significa que tengamos que estar de acuerdo.

Controlar las emociones
Si lo que nuestro hijo/a nos cuenta nos enfada o nos irrita, intentemos controlar nuestra ansiedad y esperar a que finalice su idea. Si le interrumpimos nos arriesgamos a decepcionarlo, defraudarlo u ofenderlo. Así nuestro mensaje llegará distorsionado.

Cada cosa en su momento
Muchas veces, las conversaciones acaban derivando en una discusión en la que aparecen los gritos y reproches. Si sentimos que somos incapaces de afrontar la situación calmadamente, debemos dejar pasar un tiempo. Insistir a gritos sobre nuestros argumentos hará que pierdan mucha validez.

Con un hijo adolescente, cualquier expresión que suene mínimamente a reproche, un tono exigente o cualquier detalle, puede hacer que se cierre en banda. Ante todo, paciencia. El juego del acercamiento entre padres e hijos es un arte que requiere mucha práctica.

 
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