¿Qué ocurre cuando no existe autoridad en la familia?
Que los hijos se apoderan de ella.
Sabemos que una autoridad bien entendida obtiene el respeto del niño y es la piedra angular para desarrollar personas equilibradas y felices. De eso se trata, de ayudar a crecer. ¿Cómo conseguir autoridad? Es importante tomar decisiones correctas y útiles para el niño día a día.La palabra autoridad se deriva del verbo latino "augere", que quiere decir ayudar a crecer.
Es importante distinguir entre:
• "ser autoridad"
• "tener poder"
• "tener autoridad"
Una persona es autoridad por el cargo que ocupa. El director en la empresa, el alcalde en la ciudad, el profesor en la clase o el padre-madre en la familia son, por principio, la autoridad. Como consecuencia de ser autoridad tienen, a priori, un capital de prestigio y de reconocimiento que les permite tener autoridad.
En efecto, cuando nace un hijo todos los padres disponen del mismo capital de autoridad. En cambio, vemos a diario que, cuando un niño tiene sólo tres años, ya hay padres que han sido capaces de aumentar su autoridad y padres que han perdido gran parte del capital con que partieron. Para seguir teniendo autoridad es preciso ganarla día a día con decisiones:
• correctas
• justas
• y útiles
Por otro lado, el ser autoridad conlleva no sólo tener poder para mandar a otros, sino también una capacidad restrictiva. Es aquello de que quien manda, manda, aunque mande mal. Cuanta más autoridad tenemos como padres, menos hemos de ejercer el poder. Y al contrario, en la medida que nuestra autoridad disminuye, debemos imponer medidas coercitivas: castigos, gritos, enfados, etc.… que cada día han de ser mayores para que tengan efecto, deteriorando así la buena relación entre nosotros y nuestros hijos y, en consecuencia, la calidad de vida familiar.
¿Qué pasa cuando no hay autoridad en la familia?
Tenemos que partir de la base que la relación entre padres e hijos en edad de educar no es una relación de igualdad, sino jerarquizada. Un padre es un adulto al que se le supone una sabiduría que el hijo no tiene. Los niños, hasta la adolescencia, tienen una gran capacidad para aprender datos y conocimientos, pero no tienen sentido común para afrontar muchas situaciones de la vida diaria. Han de ser n los padres quienes pongamos los límites a su libertad individual para protegerlo físicamente, ya que puede, por ejemplo, cruzar la calle impulsivamente sin reparar en los coches que lo pueden herir o matar.
Igualmente debe ser un adulto quien le obligue en ocasiones a realizar una tarea que en principio no le apetece pero que a largo plazo supondrá un gran bien para él. Es el caso de muchos niños que tienen en un primer momento aversión a la natación, pero tras obligarles con firmeza y cariño aprenden a nadar y esta actividad acaba siendo una de las que más satisfacciones les produce.
Son los padres quienes han de tomar decisiones por él para evitar males mayores que afectan además a otras personas, como compañeros y profesores.
Cuando no hay autoridad, los hijo se convierte en autoridad, llegando a disponer y a usar la correspondiente cuota de poder inherente a ella. Nadie desea un jefe que no tenga ni sabiduría, ni sentido común, ni ningún sentido de la medida para ejercer su poder, porque estaremos soportando y sufriendo un tirano, un dictador, que es en lo que se convierte nuestro hijo cuando se da esta circunstancia.
En segundo lugar, si los hijo no encuentra "autoridad" en casa porque los padres la han perdido, la busca fuera de ella. Buscan líderes individuales que no siempre son positivos para ellos o se refugian en el grupo al que siguen y sirven ciegamente, sin hacer caso a los esfuerzos de las personas que lo quieren bien.
Por último, muchos padres, cuando llegamos a esta situación, se sienten impotentes, piden ayuda a las Instituciones y a la escuela, y no sólo quieren que actúen por ellos, sino que además exigen resultados cuando a lo largo de los años no han sabido o querido vivir como un adulto con todas sus consecuencias.
¿Cómo tener autoridad?
El primer requisito para tener autoridad es, como ya se ha dicho, ejercerla día a día. Como cualquier actividad, si no se practica se pierde. Los padres han de tomar decisiones diarias que ayuden a sus hijo a respetar los límites naturales, que le ayuden a madurar como persona. La permisividad y el "dejar hacer" son enemigos de la autoridad que ayuda a crecer.
En segundo lugar es necesario huir del autoritarismo, consistente en el ejercicio del poder de modo injusto, inútil y cuando no se debe.
En tercer lugar, para tener autoridad es preciso tener prestigio. Una persona tiene prestigio cuando se le reconoce una habilidad o cualidad determinada. Un estudio de la Universidad de Navarra comprobó que el prestigio de los padres ante los hijos no depende ni del dinero que ganan, ni del coche que tienen, ni de la práctica de un deporte, ni tan siquiera del cargo que ocupan, sino que depende de tres factores fundamentales:
1. Del modo de ser de la persona: generosa, serena, optimista, humilde, generosa,...
2. Del modo de trabajar: el hijo exige de sus padres un trabajo de calidad y un comportamiento honrado en su actividad laboral.
3. Del modo de tratar a los demás: Tanto a la familia como a los amigos y compañeros, o a la sociedad en general.
Por último, no hay autoridad sin respeto fundamentado en la integridad, la sinceridad y la empatía con el prójimo, nunca en el miedo y en la imposición.