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La sobreprotección excesiva, otra forma de maltrato.


Algunas actitudes inadecuadas que adoptan algunos padres dificultan el desarrollo de la responsabilidad en el niño.

La más importante es la sobreprotección excesiva, porque es una actitud general que implica multitud de conductas que no favorecen el desarrollo de la responsabilidad.

La protección del niño es beneficiosa porque le proporciona y garantiza su seguridad. Pero la sobreprotección no es adecuada porque no permite que el niño desarrolle su autonomía y genera sentimientos de inseguridad personal.

El límite de la protección está en la propia seguridad del niño.


Los padres sobreprotectores suelen actuar así:

1. Evitan cualquier tipo de contratiempo menor a su hijo, cualquier pequeña frustración.

2. Suelen evitarle al niño cualquier esfuerzo normal, prefieren hacerlo ellos para que su hijo no tenga que esforzarse. Hacen lo que en realidad les corresponde a los niños.

3. Conceden a sus hijos casi todos los caprichos aquí y ahora, sin esfuerzo por su parte y sin desarrollar la capacidad de esperar y aplazar lo que se desea.

4. No desarrollan su autonomía personal en aspectos básicos como el vestido, aseo personal, comida o sueño.

5. Los padres solucionan la mayoría de los problemas que podría y debería resolver el propio niño, intercediendo por ellos o disculpando su comportamiento cuando es inadecuado.

6. Las consecuencias naturales de los actos del niño la sufren los propios padres, evitando algo fundamental en el aprendizaje de la responsabilidad, que es sufrir las consecuencias de la propia actuación.

OTRAS ACTITUDES INNADECUADAS


1.- No asumir la responsabilidad de ser padres.
Ser padre es un compromiso con el que se asumen unas obligaciones irrenunciables de las que no pueden “responder” otros: ni los abuelos, ni la familia, ni canguros, ni la escuela. Delegar en otros las propias obligaciones es no asumirlas.


2.- Poca dedicación, normalmente con la excusa de la falta de tiempo.
Fomentar la responsabilidad y la autonomía personal requiere tiempo, paciencia y dedicación. Algunos padres prefieren hacer ellos las cosas porque las hacen más rápido.

3.- No dan buen ejemplo.
Una estrategia para fomentar la responsabilidad es dar a los hijos buen ejemplo de la propia responsabilidad.


4.- Padres excesivamente permisivos.
Donde las normas y los límites no están claros y no tienen la capacidad de dar a sus hijos NO por respuesta, no se favorece el desarrollo de su responsabilidad.


5.- La falta de confianza.
Muchos padres no confían en la capacidad de su hijo, sobre todo cuando piensan que no va a saber hacer esto o aquello, que se equivocará o que no lo hará tan bien como ellos. Esta actitud es inadecuada porque con estos actos contagian al niño la desconfianza hacia él mismo.
Sin embargo, esta actitud no está reñida con la prudencia de no someter al niño a situaciones que exceden su capacidad.

Cómo fomentar la responsabilidad: Jesús Jarque García

 
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